Poesías inéditas de Jaime Dávalos
Salta, Argentina - (1987).
Don sancas
"Un niño le hará creer que es de noche en la mitad del día
por eso le quiero como a las telas de mi corazón"
Capitán de una casa, como de un barco viejo
que amenazaba hundirse con todo su pasaje
el tata era un pedazo cautivo de paisaje
que con sus actuaciones rajaba los espejos.
Vivía un teatro crónico, no dió ningún consejo,
sólo la sangre sabe si ése era su mensaje;
porque siempre dispuesto para el eterno viaje
paso como un meteoro dejándonos perplejos.
Como se mira un árbol, lo veía hacia arriba
crecer con todo el hombre debajo del sombrero
cuya órbita alada giraba en su cabeza.
Entre el cielo y la tierra anduvo a la deriva
y fue por la locura armado caballero,
enamorado cósmico de la naturaleza.
II
Vivía su lectura. El patio retumbaba
al silabear con tomos de vino de quijote
cuando blandiendo el verbo lo mismo que un garrote
contra la sombra sorda iluso atropellaba.
La gata se escondia, el perro lo ladraba,
festejando el escándalo de su gran amigote
que iniciaba de pronto en rapto de Hotentote
libro en mano una danza donde se dislocaba.
Ah, niño grande, nilño terrible, te recuerdo,
personaje cautivo de la literatura,
que copiando a la vida, de vida nos enferma.
Que vacía la casa; en este mundo cuerdo,
a la bellaquería se le llama locura
y el Bachiller y el Ama la situación gobiernan.
III
En la fiesta de vino, bebiendo se aprendía
a enriedar con el ánimo el torrente interior,
la confidencia entonces era un acto de amor
en que se despenaba llorando la poesía.
La luz del vino pasa la prieta celosía
de la piel donde el alma defiende su pudor,
y por las venas abre al cálido estupor
la enredadera en llamas del sol y su alegría.
Entonces los amigos comulgaban con él;
era ritual y antiguo el vino mano a mano
conversando en la busca de la justa medida;
En el alba don sancas era como un laurel
tocando con sus brotes el cielo provinciano
donde gotea bronce el tedio de la vida.